En el tiempo pascual la Iglesia Universal reza el Regina Coeli, una oración impregnada de la alegría de la resurrección con la que se saluda a la virgen por tal hallazgo de su hijo. Esta antigua antífona mariana fue establecida por el Papa Benedicto XIV en 1742 y reemplaza al rezo del Ángelus durante la cincuentena de Pascua.
El Breviario Romano prescribe su rezo desde las completas del Sábado Santo hasta la hora nona del sábado posterior a Pentecostés (OGLH n. 92).
La Iglesia contempla una antífona Mariana para cada tiempo litúrgico. Así pues, además del Regina Coeli en el tiempo pascual se recita el Alma Redemptoris Mater desde las primeras vísperas del primer domingo de Adviento hasta la fiesta de la Purificación, el 2 de febrero; el Ave Regina Caelorum, desde la Purificación hasta el Miércoles Santo; y el Salve Regina durante el tiempo ordinario.
La tradición atribuye su autoría a los mismísimos ángeles. Una antigua leyenda contemplada en la colección de hagiografías “The Golden Legend” cuenta que San Gregorio Magno habría escuchado los tres primeros versos cantados por ángeles mientras caminaba descalzo una mañana en una procesión en Roma. Inspirado por tal melodía celestial, agregó el último verso, un ruego a la Virgen clamando su intercesión ante Dios por la Iglesia peregrina. Sin embargo, también ha sido atribuido a Gregorio V, aunque sin sólido fundamento.
Puede recitarse o cantarse, siempre de pié «como corresponde a los vencedores de la muerte» según San Agustín. Cual el Magnificat en el rezo de las vísperas o el Benedictus en el rezo de laudes, esta oración debe rezarse siempre de pié.
La misma leyenda que atribuye su autoría a San Gregorio Magno, quién fue el Sumo Pontífice entre los años 590 y 604 d.C., narra el contexto de una Roma golpeada por una plaga. La inspiración angélica que testifica esta antigua tradición se dio en el marco de una procesión por las calles de Roma con propósito de poner fin a la pandemia. Cuenta la leyenda que la oración tuvo éxito erradicó definitivamente la plaga.
Cada 22 de agosto la Iglesia Universal celebra la memoria de Santa María Reina de los cielos y la tierra.
En algunos lugares particulares esta celebración aún conserva el rango de fiesta, cual fuera establecido en el Vetus Ordo previo al Concilio Vaticano II por el papa Pío XII. Sin embargo, luego de la reforma conciliar, se traslada la celebración universal del 31 de mayo al 22 de agosto con todas las prerrogativas propias de una memoria obligatoria, un momento fuera de la Pascua en especial en el que destaca el uso de la Antífona Mariana Regina Caeli.