En el pasado 27 de diciembre de 2020, fiesta de la Sagrada Familia tuvo lugar la celebración del matrimonio de Fran y Rosa en nuestra capilla, recientemente arreglada.
Previo al rito del matrimonio se bendijo el altar de madera de castaño de patas octogonales. El altar simboliza a Cristo. Los fieles, reunidos junto al altar, celebraremos el memorial de la Pascua y nos alimentaremos con el Cuerpo de Cristo. Desde entonces, esta mesa se dedica en exclusiva al sacrificio eucarístico. El altar introduce el cielo en la comunidad reunida, o, más bien, la conduce más allá de sí misma, hacia la comunión de los santos. Es en cierto modo el lugar del cielo abierto, nos abre hacia la liturgia eterna.
Los nuevos esposos recibieron la bendición nupcial con un gesto muy particular: la velación nupcial. Es un signo muy expresivo de la unión indisoluble que el sacramento ha realizado entre los esposos: ya no son dos, sino una sola carne.
Los nuevos esposos son invitados a caminar unidos bajo un mismo yugo recordando a Cristo que dijo: “Mi yugo es suave y mi carga ligera”.
El manto, también, simboliza la nube que cubría al pueblo de Israel que caminaba en el desierto haciendo visible la presencia de Dios. Los nuevos esposos suplican ser cubiertos por tal presencia divina.
Se deja descubierta la cabeza del esposo porque es la cabeza del hogar según san Pablo en su carta a los efesios.
Tanto este rito como la entrega de las arras proceden de la liturgia hispano-mozárabe que se empleaba en la península ibérica desde el s. VI hasta el s. XI.
Encomendamos a Fran y Rosa para que la gracia recibida en el sacramento de frutos de santidad a imitación de la Sagrada Familia.