Recuerdo de Don Miguel Ángel Santos Sánchez, presbítero

En la Misa funeral celebrada el miércoles día 10 de marzo de 2021 en la Parroquia María Madre del Amor Hermoso de la que fue primer párroco, con ocasión del décimo aniversario de su muerte el día 4 de febrero de 2011.

Miguel Ángel Santos fue nombrado párroco de María Madre del Amor Hermoso en 1968, treinta y tres meses
después de la creación de la Parroquia por el arzobispo Don Casimiro Morcillo. A la sazón contaba Miguel
Ángel 33 años y llegaba, como enseguida demostró, joven, ilusionado y dispuesto a trabajar con entusiasmo
en este barrio de Los Rosales de Villaverde Bajo (que entonces conservaba su nombre original).
Desplegó una intensa actividad para poner en marcha la Parroquia. Emprendió la misión desarrollando la
pastoral a pie de calle, en contacto con los vecinos, visitando a las familias, interesándose por los enfermos y
personas mayores, presentándose en las escuelas, acercándose a los jóvenes…  Inmediatamente obtuvo
permisos de uso de locales para celebrar las misas dominicales, que comenzaron a celebrarse en una nave
industrial y recorrieron luego algunos colegios hasta disponer del templo.
Tan solo tres meses después de su nombramiento, el día 31 de mayo de ese mismo año, en la que se
conmemora la advocación de María Madre del Amor Hermoso, organizó una procesión con la imagen de la
Virgen María –prestada al efecto por la Parroquia de San Jaime- recorriendo las calles del barrio como primer
acto social y público de presencia de la Parroquia.
En paralelo intervenía en colaboración con el Arzobispado en el proyecto de diseño, construcción y
equipamiento del templo, en el que se celebró la primera Misa el 8 de diciembre de 1970. A él debemos la
elección de las bellas imágenes, talladas en madera, de Cristo crucificado y de María Madre del Amor Hermoso.
Miguel Ángel era amable, de carácter alegre y comunicativo, le era fácil mostrar cercanía con todos; tenía
capacidad para ilusionar, animar a la participación y favorecer la comunión, nadie quedaba fuera de su
atención. Tenía clara su misión de pastor y la cumplió con entrega y ejemplaridad.
Era un hombre de oración, que cuidaba mucho la predicación y la liturgia de los sacramentos, especialmente
la Eucaristía que celebraba con verdadera identificación.
Amaba a la Iglesia y en su persona hacía realidad la presencia de Cristo, en el que fundamentaba su vocación
y descansaba su ministerio sacerdotal. Así quiso expresarlo poniendo en la capilla del Santísimo el lema “Me
amó y se entregó por mí” en letras grandes cruzando toda la pared.
Hacía así referencia a Gálatas 2,20 donde se resume su experiencia: “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive
en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí
mismo por mí”.
En 1975 fue trasladado a la Parroquia de Santa María Magdalena en Ciempozuelos. En los siete años y medio
que estuvo aquí, dejó tras de sí una parroquia en funcionamiento y, lo más importante, una comunidad
parroquial viva.
En Ciempozuelos permaneció más de 35 años trabajando incansable en la viña del Señor, dando la vida como
buen pastor por sus ovejas. En febrero de 2011, tras una dura enfermedad, que asumió con admirable espíritu
de aceptación, abrazado a la cruz, sin perder la alegría en su relación con los demás, y una fe profunda en
Cristo, fue llamado a la casa del Padre.
Damos testimonio de que Miguel Ángel llevó siempre en su corazón el recuerdo de nuestra Parroquia, su amor
primero que sintió correspondido con el agradecimiento, la mistad y el cariño de numerosos feligreses en los
que dejó una huella profunda de fe.
Roguemos al Señor para que no nos falten nunca presbíteros santos.