Solsticio de invierno

Este 22 de diciembre es el solsticio de invierno, fin del otoño y comienzo del invierno, donde los días empezarán a crecer (nacimiento del sol), por ello queríamos ofrecer una pequeña visión católica de este acontecimiento a la luz de Cristo “sol que nace de lo alto”.

La fiesta del Nuevo Año Solar, que en el hemisferio norte coincide con el solsticio de invierno, se ha celebrado desde antiguo en muchos pueblos tanto en Asia como en Europa, África o América. Es la fiesta del Sol que se renueva y vuelve a recorrer su giro celeste cada año, después de haber descendido y haberse “apagado” en el horizonte. El gran astro de la vida vuelve a nacer (a subir, a calentar) y es de sabios y agradecidos celebrarlo.

En ese sentido, ésta es una fiesta cósmica, pagana, que han celebrado y siguen celebrando casi todos los pueblos de la tierra (aunque muchos pueblos, entre ellos los judíos antiguos, han destacado más los ciclos de la luna, poniendo el comienzo del año en el equinoccio de primavera –pascua cristiana– o del otoño –día del Kippur judío).

En principio, para los cristianos, la fiesta del Sol que re-nace cada año es signo del Nacimiento de Cristo, que ha nacido una sola vez y para siempre, como “para alumbrar a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por caminos de paz” (Lc 1, 78).

Lógicamente, los cristianos antiguos, que no sabían ya el día en que había nacido Jesús, situaron su Nacimiento en la Gran Semana del Nacimiento del sol, que va del 24 de diciembre al 1 de enero (su octava). Por eso, al celebrar el Nacimiento de Jesús estamos recordando y celebrando también el re-nacimiento anual del sol, en el que Dios se manifiesta.
Los cristianos separaron así los dos días (tomados de las fiestas de Roma).

– Celebran primero en Nacimiento de Jesús, al comienzo de la Gran Semana, el día “aproximado” del solsticio de invierno.
– ⁠Celebran la octava del Nacimiento de Jesús éste día 1 Enero, como nacimiento del año del sol, pero dedican este día a la memoria de Santa María, “la madre humana del Sol que nace de lo alto”.

Por eso, en la liturgia actual la fiesta de Año Nuevo (nacimiento del sol) se ha convertido piadosamente en fiesta de Santa María, la Madre del Sol (madre de Dios, sin mención del padre).

Así, a la semana del nacimiento del Hijo, los cristianos católicos celebramos la fiesta de su Madre. Dos fiestas en una: Del Niño y la Madre.